Entre aquel columpio
y tus ojos,
quedó en suspenso
la mirada,
la espera,
un teléfono callado
mientras la hierba
que florece
y se hace eterna
humedece en el relente
los poemas
transita a tientas
tu nombre perenne,
silente, impronunciable,
vacío y solo
tu,
tu ni lo adviertes.